«¿La economía va conmigo?»
Es de justicia decir, que la genésis de todo esta entrada responde en gran medida a que nuestro sistema educativo es bastante deficitario a lo que esta materia se refiere: la economía. Durante nuestra infancia no recibimos formación alguna sobre la misma -me imagino que apelando a la «posible violación» de la infancia en temas tan «serios» por parte de nuestro entorno familiar, y posiblemente deliberado por parte de ciertos colectivos-, y en la adolescencia, la recibimos pero como materia optativa antes de emprender los mal llamados estudios superiores. Pero, como se verá más adelante, el quid de la cuestión reside justamente en que la poca formación económica que se recibe es demasiado tardía -y bastante ineficiente-, ya que lo idóneo sería sentar las bases a dicha edad.
¿Es permisible dicha carencia? Honestamente, creo que es un error muy grave -que sea deliberado o no lo dejo a juicio propio- dicha carencia, y que su iniciación sea de carácter optativo. La economía, al igual que la política, son ciencias que influyen en nuestra vida desde el primero momento de nuestra existencia. Podría ser, por ejemplo, que tus padres hayan rehusado el uso de una medida anticonceptiva por ahorrarse unos euros, abrazando la reconocidísima «marcha atrás» debido a una coyuntura económica -además de una noche alcoholizada y lujuriosa-; o podría ser, por ejemplo, que seas de padres chinos y que te hayan concebido fuera de China para poder rebasar el límite de natalidad establecido. Como se ve, tanto la política como la economía han estado ahí puede que desde el momento uno, aunque no seas consciente.
Pero, ¿qué diantres es la economía? La economía es una ciencia de índole social que se encarga del estudio del comportamiento de los agentes económicos; en otras palabras, estudia el por qué de los hechos económicos. Estudia las razones por las cuales hay países donde su SMI (Salario Mínimo Interprofesional) es insultantemente más alto que otros; estudia las razones por las cuales se dan las famosas crisis económicas; estudia las razones por las cuales ciertas empresas desprenden dióxido de carbono sin que les represente un coste justo -en jerga económica, externalidad negativa-; o también estudia, por qué diantres un pan cuesta 0,60€ y no 4,00€; estudia por qué una época de crecimiento económico no necesariamente puede ser algo bueno. En esencia, estudia el por qué.
Por supuesto, el lector habrá pensando ya en lo siguiente: «...está muy bien estudiar algo, ¿y qué más?». Efectivamente, la economía estudia el por qué de los hechos económicos con la intención de convertir la información en arma, de poco serviría saber cómo navegar si después no navegamos. De modo peligrosamente simplista: saber te permite actuar sobre un problema. Más de uno estará confundido a esta altura de la entrada, y no lo culpo. El prejuicio y la ignorancia suelen encontrarse más de lo deseado, y eso, es un incómodo dúo que debemos soportar los seres humanos, y la economía no escapa a tan peligroso dúo. La razón por la que digo esto, es porque mucha gente considera que la economía encierra unos oscuros estudios cuyo objetivo es el de perpetuar el status quo de la clase pudiente; o en el mejor de los clases, que la economía encierra el cómo convertirte en un millonario deshumanizado, alcanzado dicho statu quo.

Por tanto, y atando cabos: se ha explicado que es la economía, y se ha explicado lo que no es. Una cosa es la ciencia económica, y otra muy diferente, el comportamiento capitalista; la primera busca el por qué de los hechos económicos, el segundo busca simple y llanamente amasar capital. Es más, célebres economistas han sido radicalmente opuestos al capitalismo.
La economía, como uno de los principales motores de la sociedad -por no decir principal, directamente- influye en tu día a día de manera abrumadora, y a su vez, silenciosa. Nos despertamos sabiendo que si perdemos nuestro puesto laboral -de haberlo encontrado previamente-, tendremos derecho a percibir el «paro»; sabemos que el estado ante una situación de crisis debe sacar su artillería para combatirla -el cómo y su efectividad, es otro tema-; sabemos que los precios no pueden ponerse cómo lo desee el vendedor; sabemos que si acudimos a urgencias seremos atendidos -la presteza de ésta es harina de otro costal-. Es decir: damos por hecho miles de fenómenos económicos en nuestra vida como si fuese lo normal y lógico en nuestra supervivencia, y la realidad es que han sido fruto de economistas a lo largo de la corta historia económica. Se puede decir, sin temor a equivocarnos, que la economía puede que no te interese, pero, ¡vaya por dios!, ¡la economía si que lo está en ti!

En definitiva, en esta entrada se ha tratado de dar luz sobre la economía, he procurado explicar llanamente su naturaleza, ya que de cara a entradas posteriores ir abordando ciertas cuestiones que la mayoría se pregunta o desconoce. Por tanto, sabiendo que la economía influye en nuestra vida desde que nos despertamos, lo lógico sería que el siguiente paso fuese entender en líneas generales qué es lo que pasa a nuestro alrededor, y lo más importante a título personal: encontrar la mentira en una media verdad -el eterno enemigo de los economía-.
Y para finalizar la entrada, volveré a formular la pregunta del comienzo: ¿sigues creyendo que la economía no va contigo?
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Alegoría de la economía, de José Alcoverro (1902-1905), en Madrid. |