¿Dónde estabas? Porque no estuviste hoy ahí, y me cuesta siquiera pensar en un poderoso y excluyente motivo para haber faltado a tan importante cita hoy en las escaleras de la Universidad de La Laguna. Lo sé, sé que tenías una agenda extremadamente apretada: trabajos que entregar –uno encima de otro, sádicamente-, exámenes en ciernes, apuntes que retocar… una infinidad de cosas, que a todas estas, una agenda que no debería ser propia de la sana academia –síntoma claro de que algo no funciona con Bolonia-. Lo sé, porque yo sufro también tengo la misma agenda que tú, pero en serio, ¿dónde estabas? Porque en honor a la verdad, me cuesta creer que todo lo que tuvieras que hacer fuera más importante que pelear por tu futuro y el de los tuyos, ya que aquellos que estuvimos hoy en las escaleras del Edficio Central, tenemos tu misma agenda. Quiero pensar que no estuviste ahí por una razón de incalculable magnitud, ¿por qué no estabas ahí? ¿Por qué no te vimos defendiendo legítimamente con nosotros tu futuro? Mantendré la ilusa esperanza en pensar que tuviste un compromiso ineludible, mantendré la esperanza en pensar que una persona de tal integridad como la tuya, no pudo estar ahí por un evento imperioso. Y digo que mantendré la esperanza, porque me niego a pensar rotundamente lo siguiente:
Me niego a creer que tu legítimo derecho a manifestarse sea una mera cuestión de compatibilidad de agenda: ¿esperarás a tener un hueco para revindicar dignidad, justicia y futuro en tu educación?, ¿cuándo será eso? Porque si es eso lo que esperas, tristemente poco me dice esto de ti, querido compañero de clases: según parece eres una oveja más de este redil llamado estudiantado, según parece te importa poco lo que te hagan o dejen de hacer, según parece lo que deseas es un papel que diga que estás egresado, aunque dicho papel no valga para nada; también me dice que eres un individualista, porque lo sé, lo sé… habrás pensado lo siguiente: «Ya irán ellos por mí, yo protesto en mi casa… en el Facebook». Me niego a creer que hayas faltado hoy a la cita en el Edifico Central, cuando eres tú el objetivo de este funesto decreto (3+2), cuando actualmente eres tú el afectado de este funesto sistema llamado Bolonia, me niego a creer que hayas permitido hoy legitimar y haberles dado la razón a aquellos que osan atentar de manera insultante –y redundante- a algo que para ti debería estar por encima de cualquier compromiso o agenda: tu educación.
Me niego a pensar todo esto, quiero pensar que hoy más del ochenta por ciento de mis compañeros no estuvieron ahí por motivos de vital importancia, porque si no es así, ¿dónde estabas?