¿Quién no ha escuchado alguna vez la sigla PIB? Y es que es imposible no haberla escuchado aunque sea accidentalmente, es tan recurrente en el juego político como una bebida fría en verano. Basta encender la TV para no tardar en escuchar la famosa sigla: PIB. Después de toda una vida recibiendo datos incesantes sobre esta «cosa repetitiva» mayormente por políticos, es lógico empezar a ver el PIB como una molestia más que obviar en nuestras queridas sesiones televisivas. Pero, hoy toca realmente saber qué es, y lo más importante: qué no es.
El PIB (Producto Interior Bruto) mide la cantidad de bienes y servicios finales producidos dentro de una economía a lo largo de un periodo contable determinado -un año, mayormente- cuya medición se realiza en unidades monetarias. Es decir: todo lo que se produce en un país a lo largo de un año, medido en su moneda.
¿Ya está?, ¿el archiconocido PIB no es más que eso? La respuesta es que sí, el PIB es esto, sin más. Por supuesto, lo cortés no quita lo valiente, ya que el PIB sigue siendo el indicador económico estrella.
Llegados a este punto, lo lógico sería preguntarse por qué tanto bombo y platillo con este indicador económico por parte de políticos y tertulianos que tan gratamente amenizan nuestras mañanas -véase la ironía-, pues sólo mide la producción. La respuesta es sencilla: es una gran arma política cuando se usa ante una sociedad con formación económica precaria, ya que le conceden cualidades inexistentes.
¿Mide la calidad de vida?
El PIB no mide la calidad de vida, y esa, es la mentira detrás de una media verdad. Me apuesto que el 90% de los lectores habrán deducido tras años de bombardeo mediático que a mayor PIB mayor calidad de vida -se deduce que existe una relación directa entre ambas variables-; a medida que aumenta una, aumenta la otra-, pues eso es lo que promulgan en los medios, pero la realidad es que eso no es necesariamente cierto.
Veamos un ejemplo muy claro:
En la siguiente imagen se exponen las cuentas nacionales de España y China, mostrando tanto su PIB como el PIB per capita; entendiendo que el PIB per capita es simple y llanamente la división del PIB por el número de habitantes, en otras palabras, lo que debería tocarnos a cada uno del «gran pastel».
Miremos sólo el PIB: sin lugar a dudas, la imagen lo dice todo. Podemos observar como China, respecto a España, le mete un solemne repaso a lo que producción se refiere -no se ha ganado el apodo de la «fábrica del mundo» en un concurso-. Es más, crece a un frenético 7,7% respecto a una España que está en recesión -aunque frenando, ahora mismo está al -1,2%-. Muy bien por China, producen a una velocidad y cantidad de escándalo, son el Schumacher del PIB.
Ahora, el PIB per capita: España tiene una diferencia de 17.187€, una diferencia extremadamente considerable. Aún así, miremos el PIB per capita en mensualidades:
- España: 22.300€/12 meses → 1.858€ mensuales.
- China: 5.113€/12 meses → 426,08€ mensuales.
Nota posterior al cálculo: los cálculos realizados se basan en un promedio estadístico, y con todo lo que ello conlleva. Más de uno dirá que mensualmente no cobra eso, o que cobra más -felicidades majo-, y eso se debe a que el promedio estadístico encierra un problema inherente: es sensible a los valores extremos; es decir, puede darse que se realice un promedio entre tres personas, dos cobrando 1.000€ y la tercera 10.000€, y nos dará un promedio de 4.000€, el cual no encaja con la realidad. No obstante, el ejemplo expuesto ha sido deliberadamente exagerado para dejar claro este punto.Sin lugar a dudas, está claro que un español medio cobra un salario mejor que un chino. Podemos decir además, que en España se goza de sanidad pública, cosa que China no; España goza de una democracia -ahora mismo un tanto agitada-, China vive en una dictadura; España no posee límites a la natalidad por familiar, China sí. En esencia, un PIB de magnitudes bíblicas no implica una relación directa con la calidad de vida, ya que creo que se puede afirmar sin temor alguno a equivocarnos, que España goza de mayor calidad de vida que China.
Por tanto, la conclusión a la que se debe llegar es la siguiente: el PIB por sí sólo no es un indicador de bienestar social. No obstante, acompañado de otro indicadores económicos, sí que puede arrojar luz sobre este tema, pero no por sí sólo.
¿El PIB puede ser engañoso?
Por supuesto que sí. Podemos decir de manera simplista que el PIB es la suma de los bienes y servicios finales producidos valorados a precios de mercado, como se mencionó anteriormente, y es aquí donde está la caja de los truenos.
Pongamos un ejemplo burdo, una economía donde sólo se produce preservativos -para darle un toque lujurioso-:
- El año X produce 100 preservativos, a 1€ cada unidad, por tanto, su PIB será de 100€.
- El año siguiente (X+1) ha descendido su producción a 80 preservativos, y su precio ha ascendido a 1,4€ cada unidad, dando un PIB de 112€.
¿Qué ha pasado aquí? Porque se produce menos, y sin embargo, nos da un PIB mayor, confuso cuanto menos. El motivo es a todas luces evidente: la variación del precio ha sido mayor que la variación de la producción. Esto en economía, se llama PIB nominal, pues recoge la variación de precios.
La pregunta que se hará mucha gente es: ¿usan este PIB nominal en los medios? La respuesta es que sí, aunque sólo ocasionalmente, pues tendrían a un ejército de economistas detrás para sacarle la piel a tiras. Aún así, debo decir que he escuchado muchas veces hablar del PIB nominal. Si ahora recapitulamos, veremos lo grande que puede ser esta mentira: nos hablan de un indicador como si se tratase del indicador maestro, dándole cualidades que no posee, y para colmo, hay ciertos sujetos -pocos, repito- que se atreven a usar el nominal, lo que no sólo engañan con su objetivo, sino con su cuantía real.
La solución al PIB nominal viene de la mano del PIB real, el cual, multiplica las unidades producidas en X+1 (80 unidades en nuestro caso) a precios constantes (se toma los precios de un año concreto, más conocido como año base) del año X (1€), aislando la variación de precios:
- PIB real real del año X+1: 80x1€ → 80€.
¡Vaya por dios! La realidad es que la producción había descendido, ¡no había aumentando!
Finalmente, y para concluir, la moraleja de todo esto es la siguiente: no hay mayor mentira que una media verdad. Hemos visto como el PIB no es el superhéroe que nos pintan -cualidades inexistentes-, y que tiene un lado oscuro a tener en cuenta -el PIB nominal-. Como se puede observar, el análisis económico en eminentemente matemático, y de ahí, que pueda ser sujeto de malas interpretaciones deliberadamente lanzadas, y lo que es peor, puede ser una peligrosa arma política en mano de ciertos sujetos con escasos y delicados escrúpulos. Pero, es de justicia decir, que no hay arma que debas temer, si llevas la armadura del conocimiento.
Fuente de los datos: http://www.datosmacro.com/